El investigador aragonés Elías Campo (Boltaña, 1955) ha destacado que el discurso que ha pronunciado esta tarde en la entrega de los Premios Nacionales de Investigación ha sido “coral”, en el que todos los premiados han colaborado. “Estos premios son el valor de la ciencia en España y se han entregado los diez juntos, no es un galardón individual. Y hacía mucho tiempo que no se hacía así”, ha valorado mientras celebraba el galardón con su padre, Elías Campo Villegas, de 93 años, y uno de sus tres hijos, Elías Campo Cid, de 37.
El discurso de recepción de los Premios Nacionales de Investigación que ha pronunciado el investigador aragonés, en nombre de todos los premiados, podría guardarse como una defensa contundente de la ciencia y de la necesidad del apoyo sólido para los científicos desde las administraciones. Para, así, aprender del efecto de una epidemia que se ha extendido de “forma universal” en “poco tiempo”.
El investigador del cáncer y director de investigación del Hospital Clinic de Barcelona ya declaró en una entrevista a HERALDO que “la brusquedad y brutalidad con la que hemos vivido la pandemia en esta sociedad pone en evidencia la fragilidad individual y social que tenemos frente a las enfermedades”. “Sobre todo, pone de manifiesto que para enfrentarnos a las enfermedades necesitamos investigaciones para ver cómo pasan y por qué. La sociedad ha tomado conciencia”, defendió poco después de conocer haber sido galardonado con el premio Gregorio Marañón 2020.
La pandemia pone en evidencia la fragilidad individual y social que tenemos frente a las enfermedades.
Elías Campo ha defendido ante los Reyes y el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, que “la participación española en el mundo global de la ciencia no es gratuita” y está “íntimamente relacionada con la capacidad de contribuir en igualdad de condiciones que la comunidad científica internacional”. En este sentido, pone el ejemplo de la respuesta ante la pandemia, porque “la epidemia nos muestra la ausencia de fronteras entre países, pero también entre la denominada ciencia básica y aplicada o entre los diferentes ámbitos de conocimiento desde las ciencias biológicas, médicas, económicas o antropológicas”.
Sostiene, como un pensador socrático, que “el conocimiento os hará libres”, porque “la ciencia y la investigación constituyen las mejores herramientas para comprender y transformar la realidad de un mundo complejo y cambiante que nos somete a continuos desafíos y que, como paradigmáticamente estamos experimentado en esta epidemia, pueden llegar a comprometer nuestra vida misma y la de este planeta”.
Ante la necesidad de la investigación para combatir la covid-19, Elías Campo recuerda lo que escribía Nazario: “Nos acordamos de la Ciencia cuando truena”. Por eso, destaca la velocidad de crucero que ha adquirido la comunidad científica para identificar la causa de la enfermedad, los mecanismos de su desarrollo y gravedad, y el hallazgo de algunos tratamientos eficaces. “Estamos viendo cómo se han podido diseñar, producir y distribuir diversas vacunas en un tiempo nunca antes conseguido por la humanidad”, ensalza (al principio de la pandemia aventuró en este periódico que, como pronto, habría vacuna pasado un año).
Mientras la sociedad celebra esa velocidad de la respuesta de la ciencia, el científico quiere sacar una lección para los investigadores y la sociedad, porque “estos logros no son fruto de la casualidad, ni de la improvisación”. “Son el resultado de una inversión robusta y mantenida con una visión estratégica a lo largo de los años en países en los que existe un tejido sólido e integrado de generación y aplicación del conocimiento”, defiende. Tiene claro el investigador nacido en el Pirineo aragonés que “la ciencia en sí misma no garantiza el éxito de su posible impacto”, sino que “necesita la adecuada integración en la sociedad, plasmada en las estructuras e instrumentos que ejecuten sus orientaciones”.
La ciencia necesita la adecuada integración en la sociedad, plasmada en las estructuras e instrumentos que ejecuten sus orientaciones
A la hora de comparar entre los países y la epidemia, Campo tiene muy clara “la dramática” diferencia para “abordar sus retos en el mundo de la ciencia”, y sobre todo “en sus implicaciones sanitarias, sociales y económicas”. “Afortunadamente en nuestro país la respuesta de los profesionales de la salud merece admiración y reconocimiento”, proclama con la voz muy alta.
El valor de los profesionales sanitarios, que fueron aplaudidos por los españoles cada tarde al principio de la pandemia, no va paralelo al devenir de “nuestro sistema científico”, porque “la solidez y competencia” logradas en décadas anteriores “ha derivado en una situación de fragilidad extrema” que se vive con “inquietud” en el trabajo de los científicos.
La solidez y competencia de nuestro sistema científico ha entrado en una situación de fragilidad extrema que vivimos con inquietud
“No es solo la falta de financiación global y estructural de nuestros investigadores e instituciones, es también una burocratización estéril de la gestión de la ciencia que dificulta la plasticidad, creatividad y competitividad”, defiende. Tras esta crítica muy clara frente a la Administración, Elías Campo solicita la necesidad de afrontar “una estrategia de visión amplia con proyectos sólidos a largo plazo que facilite el progreso de nuestros jóvenes investigadores sin comprometer la necesaria exigencia y selección basada en la excelencia de su trabajo”.
Conoce bien el futuro de esos científicos españoles y por eso considera que “los enfoques cortoplacistas solo conducen a la pérdida de recursos humanos altamente valiosos”. Por eso, sostiene que “debemos romper definitivamente las invisibles barreras en las diferencias de género”; propone un compromiso a largo plazo y la complicidad del sector público y privado. “Quizás, incorporar una asesoría científica estable en nuestros órganos de gobierno, como existe en otros países, podría ser un instrumento de ayuda a nuestros dirigentes”, propone al Ejecutivo, antes de dar las gracias por los premios en nombre de las generaciones futuras por su compromiso con la ciencia. “Ojalá sepamos todos estar a la altura de sus necesidades”, concluye.